Emil Nolde. El mar

" En el otoño de 1910 inicia, Nolde, en Alsen, instalado en su estudio
junto a la playa, una secuencia de 14 marinas otoñales a las que el año
siguiente pone punto y final con otras seis creaciones. No se trata a este
respecto de variaciones de una misma imagen ni de una secuencia planificada,
sino de obras independientes de carácter propio y diversa índole
inspiradas por el espectáculo que a diario desarrollaba ante sus ojos.


" A través del  ventanal, la vista vagaba libremente sobre el mar y no se veía nada que no fuera
el mar y las nubes" recuerda en su autobiografía.


Lo que estas imágenes tienen en común es, además de la singularidad del motivo, es una factura inquieta y
apasionadamente revuelta, así como su configuración cromática.
Las caracteriza una multitud de graves y profundos azules, y coloridos morados,y blancos y un amarillo
frio, vigorosos naranjas y rojos fogosos alcanzando un alto grado de abstración"





"Nolde conoce el mar como ningún otro artista anterior a él conocido, escribe Max Sauerlandt en su monografía
de 1921". No  lo contempla desde la playa o desde el barco, lo ve tal como el mar se vive así mismo desvinculado
de todo referente humano, como protoelemento divino eternamente en movimiento y cambiante que agota sus energías en su propia entidad y consumiéndose a sí mismo"


Nolde interiorizó el mar eternamente como infinito poder arquetípico." El vasto mar que brama y ruge se encuentra todavía en el estado de origen"
" En su transposición pictórica, este motivo le brinda posibilidades fuera de lo común, al emplear el color, en su rica variedad y su juego libre y fluido, como su principal medio de expresión"
  Frecuetemente Nolde opta por que la imagen cubra un área estrecha, la línea del horizonte es alta como una angosta franja de cielo y un primer plano de enorme y poderosas olas que se precipitan hacia el espectador."


"Esto lo recuerda él mismo cuando describe una travesía del estrecho de Kattegat con mar brava:
"Las aguas estaban revueltas,nuestra embarcación era pequeña. Mi mujer, Ada, estaba mareada en la cubierta, atada al mástil,...qué hermoso es el mar decía; !Qué hermoso y grandioso! exclamaba.
Yo me encontraba cerca de ella, agarrándome convulsivamente a la barandilla de la escalera, mirando maravillado y tambaleándome con el barco sobre las olas.
Tan intensamente se ha grabado ese día en mi memoria que años después pinté mis marinas sobre este modelo: las imágenes con verdes olas fieras y agitadas y solo en el borde superior un poco de
cielo amarillento. "
Del libro  "Emil Nolde, naturaleza y religión"

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