a María Zambrano
El sueño va
despertándose
de su caida, de mi olvido disperso
Va, como el huesped más fiel
que habita,
llamando al día que nos hace inevitables
Hay una llamada de luz muda,
llena, primitiva, que da
forma a mi cuerpo que despierta.
El corazón del sueño se duerme
otra vez: la vida no descansa.
Entonces tiendo mi mano
al espacio de una habitación y abro
los ojos y se regresa al día
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