Kandisky

"Bello es lo que brota de la necesidad anímica interior.
Bello es lo que es interiormente bello."
Vasili Kandinsky





       Yellow, Red, Blue 1925



"Kandinsky estaba convencido de que los colores podían ser utilizados como un lenguaje universal capaz de hablar directamente al alma. Así, el uso de unos colores determinados podía provocar en el espectador una respuesta emocional concreta. Sólo era necesario, según el artista, encontrar la clave necesaria para ‘desatar’ las cuerdas que oprimen el alma: «El color influye en el alma directamente. Los colores son las teclas, los ojos son los martillos, y el alma es el piano con sus numerosas cuerdas. El artista es la mano que toca, pulsando una tecla tras otra, para causar vibraciones en el alma».



         Several Circles. 1926

Kandinsky estaba convencido de que los colores podían ser utilizados como un lenguaje universal capaz de hablar directamente al alma. Así, el uso de unos colores determinados podía provocar en el espectador una respuesta emocional concreta. Sólo era necesario, según el artista, encontrar la clave necesaria para ‘desatar’ las cuerdas que oprimen el alma: «El color influye en el alma directamente. Los colores son las teclas, los ojos son los martillos, y el alma es el piano con sus numerosas cuerdas. El artista es la mano que toca, pulsando una tecla tras otra, para causar vibraciones en el alma».



"En su ensayo “Sobre la cuestión de la forma”, incluido en el libro El jinete azul de 1912, Kandinsky escribió que la forma debe adaptarse al contenido, que éste es interno y es su expresión.(2) También apuntó que el artista no debe conformarse con representar el objeto material, sino que éste debe ser abstracto y alcanzar la composición, que es la colocación y relación armónica de cada uno de los elementos entre sí. Al alejarse el artista de la forma orgánica está más próximo a la abstracta, es decir, al cuadrado, círculo, triángulo, rombo, trapecio, etcétera. En cuanto a su concepción de que la obra de arte debía ser abstracta, comentaba que un día tuvo una revelación al regresar a su estudio de Munich a la hora del crepúsculo, con su caja de pinturas en el brazo y un estudio que acababa de terminar:

[…] cuando de pronto vi un cuadro de una belleza indescriptible, impregnado de un vigoroso ardor interior. Al principio me quedé paralizado, pero enseguida me dirigí rápidamente hacia ese cuadro misterioso (en el cual sólo veía formas y colores y cuyo tema era incomprensible). Pronto encontré la clave del enigma. Era uno de mis cuadros puesto a un lado y apoyado sobre la pared. Al día siguiente traté de revivir a la luz matinal la impresión que experimentara la víspera frente al cuadro. Pero sólo lo logré a medias, aun de costado yo reconocía constantemente los objetos, era que faltaba la fina luz del crepúsculo. Ahora ya estaba seguro: el objeto perjudicaba a mis cuadros.(3)

MARTA OLIVARES CORREA



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