Para examinarnos como somos realmente, y esa realidad es en efecto má bien ilusoria-
necesitamos humildad; no la severa humildad cultivada por un hombre vanidoso, no esa
severidad del sacertdote o del disciplinante. Necesitamos humildad para mirar de otro modo.
No somos humildes por naturaleza. Somos más bien arrogantes, creemos saber mucho.
Cuanto más envejecemos, tanto más arrogantes llegamos a ser, más audaces. No hay humildad
donde hay juicio, una valoración, una hipótesis de lo que deberíamos ser, una ideología, una fórmula."
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