escultor alemán Guillermo Lehmbruck (1881-1919) es ciertamente una de las figuras cumbres dentro de la llamada escultura moderna.
Mujer arrodillada, estatua en la que se pueden apreciar algunos de los postulados pregonados por Rodin, ya que en ella se observa la acentuación de las líneas esenciales que producen el efecto de un himno sagrado. El cuello, por ejemplo, como en las figuras de los pintores de esa época, es algo más largo que lo habitual. A tal alargamiento, así como también al del torso y al de los miembros, la estatua debe en gran parte lacalidad de su gracia meditativa. Como en una Madonna del mundo medieval, sugiere un mundo de emociones invisibles pero reales, porque la innovación, en el escultor alemán, no fue tan grande aún como para arrancar al modelo del mundo de la realidad, coincidiendo una vez más con Rodin, porque acentúa las formas sin privarlas de su vivida realidad.
Este equilibrio ilusorio entre lo material y lo espiritual, o entre lo visible y lo invisible, es lo que hace verdaderamente notable la obra de Lehmbruck, cuyas figuras no reproducen exactamente la naturaleza humana, sino que la recrean, expresando las cualidades abstractas que ellas representan en su espíritu.
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